Cuando se trata de estimar o calcular el tiempo que tardaremos en llevar a cabo una tarea en particular, ser demasiado optimistas suele acabar en desilusión. Tanto es así que acabamos sumamente decepcionados y el resultado no suele llegar.
En estudios recientes se ha demostrado que esto se debe al sesgo cognitivo de las personas a la hora de planificar. En definitiva, es bastante difícil estimar o calcular individualmente el tiempo que se va a dedicar a una determinada tarea, aunque esto sea un elemento clave en la forma en la que gestionamos nuestro tiempo. ¿Por qué no somos capaces de evaluar correctamente nuestro gasto de tiempo y pareciera que pensáramos que estamos mejor organizados y preparados en este sentido con cada nuevo proyecto que aceptamos?